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Bhakti Yoga y Kirtan

Introducción: Brahman, Dios, Ishwara…

El hinduismo enseña a relativizar el concepto de lo divino. Considera esta religión que Brahmán, lo absoluto, está fuera del alcance de la comprensión humana y no vale la pena molestarse en tratar de entenderlo. Su admirable cosmogonía dispone, sin embargo, de una figura mucho más asequible, Ishwara, el dios personal dotado de forma y cualidades. Alguien más próximo al hombre, en quien éste puede pensar, a quien puede amar y con el que es posible establecer una relación devocional. En el panteón hindú hay tantas personalidades divinas como se quiera: Brahma, Vishnu, Shiva, Rama, Durga, Krishna, Lakshmi, Párvati…, cada una con sus características, cualidades, simbolismo y biografía. Allí, todo el mundo encuentra el dios que necesita, pero nadie se engaña. Son conscientes de que ese dios es solo una referencia útil, ya que la esencia es inaprensible.

En las prácticas de Bhakti yoga (yoga devocional), el Bhakta (devoto) utiliza las diferentes formas de Ishwara, se vale de esta riqueza de divinidades y simbolismos, para desarrollar su Amor a lo divino.

Bhakti Yoga

Existen cuatro senderos primarios hacia la emancipación en el Yoga, debido a que han ganado un lugar destacado en la espiritualidad de la India, estos son: el del conocimiento, jñana-yoga; el del trabajo o acción karma-yoga; el del control mental, raja-yoga; y el de la devoción, bhakti-yoga; que será el que trataremos a continuación.

Bhakti parece haberse originado en el Sur de la India, quizá incluso antes de la época del Buda (siglo VI a. C.). La palabra Bhakti aparece por primera vez en el Svetásvatara-Upanishad (VI. 2) y en varios lugares del Bhagavad-Gita. 

Bhakti, o el sendero de la devoción, es de universal importancia por constituir la base mínima de todas las religiones del mundo. Cualquiera que sea la deidad que uno adora, la esencia en sí de su adoración, de su devoción y de su entrega, el hecho trascendental es que Bhakti es capaz de transformar su vida en un sendero recto hacia la Divinidad.

Son dos factores principales los que nos mantienen en nuestras prácticas espirituales: el propio esfuerzo y la Gracia Divina. Ambos constituyen la base del Bhakti Yoga. Bhakti consiste en la práctica de la devoción hacia Dios por medio del Yapa (la repetición de Su Nombre o Mantra), la meditación, la adoración, la oración, el canto de sus Glorias (Kirtan) y el servicio. Mahatma Gandhi dijo en cierta ocasión: “Religiones hay muchas, pero la Religión es una sola”. Eso es Bhakti, el sendero del amor, la senda del corazón. Todas las religiones practican Bhakti, pues en todas la esencia es la misma; únicamente cambian los medios para alcanzar ese Amor Universal a través del amor a Dios y a su Creación. Bhakti es el sendero de la devoción, o de la elevación constante del propio corazón hacia el Señor en señal de entrega y de la consagración de todas nuestras acciones a El. A través del esfuerzo propio del individuo, de desapegarse del mundo y de apegarse únicamente al Señor, la gracia de Este recae sobre el devoto, quien renuncia a la vida de la carne, a cambio de una vida en el espíritu más exaltada y eterna.

El Bhakti está indicado para personas de temperamento emocional. El hombre es un conjunto de emociones, que pueden o bien arrastrarle hasta las mayores profundidades de la abnegación, o bien elevarle hacia los reinos eternos de la Divinidad. El libre albedrío juega aquí su papel: el hombre puede elegir libremente entre dirigir sus emociones hacia las profundidades o hacia las alturas del Ser.

Para el Yogui no existe tal cosa como lo que llamamos pecado, sino solamente la acción o Karma. La acción que da lugar a la caída del hombre, proviene de su naturaleza inferior. La naturaleza superior es la morada misma del Señor y el camino hacia la perfección y la paz. Para divinizar y perfeccionar al ser humano es necesario aniquilar su naturaleza inferior. Todas sus emociones inferiores, como la codicia, la ira, la avaricia, el odio, los celos, la envidia y el temor, deben ser crucificadas para que el hombre haga renacer a la Divinidad en su propio Ser. Pero incluso el Bhakti recurre a prácticas del Raya Yoga como las austeridades para domar los deseos de su naturaleza inferior. San francisco de Asís se refería a su cuerpo llamándolo “Hermano Asno”, y realizó las mayores penitencias y ayunos para dominar sus impulsos instintivos y que su mente y su corazón pudiesen morar en el Señor.

Cada pensamiento, deseo y acción del devoto surgen del amor de Dios, y todo bien que él pueda realizar es considerado como hecho por el Señor. Al ir elevándose el devoto hacia Dios, a través de su propio esfuerzo y de su lucha, entregándose siempre al Señor, invoca a la gracia de Dios para que descienda sobre él, haciendo que su entrega sea completa. El devoto cuenta siempre con el apoyo del Altísimo, su Señor o deidad, quien es para él su compañero constante, su luz y su guía. 

El devoto desarrolla una relación profunda y personal hacia su señor, una relación para él más real, más querida y más eterna que nada de lo que el mundo pueda ofrecerle. Para él este mundo no es más que un estado temporal o una experiencia transitoria en la que todas las relaciones son de naturaleza limitada y perecedera. Un mundo lleno de inseguridad en el que se hallan siempre los constantes pares de opuestos: placer y dolor, felicidad y tristeza, amor y odio, atracción y repulsión… Un mundo que en un momento dado te alaba, para al siguiente degradarte fácilmente y desproveerte de toda la dignidad, según sean sus necesidades de cada momento. 

Contemplando la naturaleza imperecedera del mundo, el devoto se vuelve hacia el Señor buscando en él seguridad y refugiándose a sus pies. El amor hacia Dios es ese número 1 que da significado a los incontables ceros de la vida. 

La relación que el devoto desarrolla hacia el Señor, es intensamente personal e individual. Algunos consideran al Señor como su padre (Jesús), otros como el buen pastor, otros como un amigo (Aryuna), otros como un amante (Las Gopis) o como un esposo (las monjas). Su fe en el Señor va intensificándose día a día según va aprendiendo el devoto a confiarse más a la guía del Señor, y menos a la de su propia y dulce voluntad. Se dice con frecuencia que el camino del Bhakti es el más fácil de todos los yogas, sin embargo es un sendero que requiere una entrega completa; una renuncia al propio ego mezquino y obstinado, que se apega como una lapa, a pesar de cuanto se lucha por eliminarlo; una renuncia a la naturaleza inferior, junto con todas las emociones bajas y sus deseos egoístas. Deshacerse de todo eso es el objeto de toda una práctica yóguica, pero el devoto cuenta con la ayuda del Señor, con su amor infinito y con su misericordia que le colma de gracia y le conduce finalmente hacia su meta última. El devoto considera cuanto recibe en la vida como regalo del Señor, ya sea placer o dolor, alegría o sufrimiento, pues todo ello sirve para fortalecer su confianza en Dios.

El desarrollo de las virtudes es la base del éxito en el Bhakti Yoga. Ese es el tema principal en las enseñanzas de Cristo, de buda y de Krishna, y el fundamento de toda práctica religiosa. Todos ellos explicaron cómo cultivar cualidades virtuosas como el amor, la compasión, el perdón, la tolerancia, el equilibrio de mente, la visión equitativa, la alegría, etc. La práctica de estas virtudes le moldea a uno según la propia imagen de Dios. Es como el pulir de una piedra convirtiéndola en una valiosa Gema. Sin embargo, el vivir una vida virtuosa en sí no es la culminación de la práctica yóguica, pues uno debe llegar más allá de estos aspectos puros del ser que ha cultivado tan cuidadosamente durante tantos años de esfuerzo y de práctica. Uno debe trascender por medio de la meditación todas las limitaciones del ser y fundirse finalmente con el Señor. Uno se moldea primeramente según el carácter de Dios, llega a conocerle, y , finalmente, se une a Él. Dicho con palabras de Cristo: “yo y mi padre somos Uno mismo, quien me conoce a mi, conoce a mi padre”. El devoto dirige, pues, su Amor hacia el Ser Supremo e Infinito a través de la deidad para obtener ese estado infinito del ser llamado Sat-Chid-Ananda. La deidad es como la barca para cruzar sobre la existencia limitada hacia los reinos de lo eterno.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y ningún hombre alcanzará el Padre sino a través mío”. El “Padre” es el Ser infinito y Supremo, más allá de las limitaciones y de las cualidades de la mente. Krishna explica en el Bhagavad Guita el mismo concepto de la deidad: “Más a aquellos que me adoran, renunciando por mí a toda acción, considerándome como la meta suprema, meditando en mi con una mente firme, a todos aquellos cuyo pensamiento está puesto en mi… en verdad que no en mucho seré su salvador del océano del Samsara. Fija, pues, tu mente, únicamente en mí y entonces vivirás sin duda en mí para siempre”. De nuevo, Cristo se hace eco de estas últimas palabras de Krishna cuando ordena: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mandamiento primero y más grande, y el segundo es similar: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basa toda la Ley de los profetas”.

El amor hacia Dios a través de todos los seres, expandiendo la propia conciencia hasta el principio mismo del Amor Cósmico, subyace en la práctica de Bhakti. El amor por la simple razón de amar, destruye el velo que separa al hombre del mismo hombre y de Dios, y que es la causa de todo sufrimiento. De este modo, surge espontáneamente en el devoto  una necesidad y entusiasmo por servir afectuosamente a toda la creación de Dios y a la humanidad, al considerar que sirve al mismo Ser o Dios en todas las criaturas.

Jesús dijo: “Entonces dirá el Rey a quienes se hallan a su derecha: “Venid, vosotros los benditos de mí padre, a heredar al reino que os está preparado desde la creación del mundo, pues tuve hambre y me disteis de comer. Tuve sed y me disteis de beber. Acudí a vosotros como un extraño y me recibisteis. Estuve desnudo y me vestisteis. Estuve en prisión y vinisteis a verme…. cuanto hayáis hecho por el más insignificante de mis hermanos, lo habéis hecho conmigo mismo”. Del amor de Dios surgen una entrega espontánea y franca y el deseo de servirle a sus pies. El corazón se expande y se eleva hacia Dios; y a través del propio esfuerzo, la gracia de Dios hace que la entrega se vuelva absoluta.

En el sendero de la devoción se busca la vida en el espíritu por encima de la vida en la carne. Se produce una negación consciente de lo transitorio sobre lo permanente… “Buscad primero el Reino de Dios y su rectitud, y todas estas cosas se os darán por añadidura”. Lo que se necesita en la vida diaria es un recuerdo constante de Dios. Por medio de la repetición continua de su Mantra, la mente se afirma en Él y Su gloria, purificándose de toda bajeza. Existe una vibración particularmente purificadora en el Nombre del Señor, o el Mantra que invoca Su gracia. La práctica constante de vivir en su presencia por medio de la oración, el Yapa y el servicio, eleva la mente por encima de la ciénaga de la mezquindad y el egoísmo. El Mantra y la presencia de Dios actúan como un escudo que protege y consuela al devoto a lo largo de su vida. El Señor es esclavo del Bhakta o devoto que busca refugio únicamente a sus pies. A un devoto así el Señor promete protegerle fielmente, por serle tan querido. Una vez que la entrega se ha vuelto absoluta, se obtiene la Gracia Divina, elevándose el devoto hasta el reino de la Divinidad y, finalmente, hasta la experiencia espiritual última, que consiste en fundirse y unirse al Ser Supremo. los distintos caminos se han fundido entonces en uno mismo y no se puede ya distinguir al uno del otro. El Yogui ha logrado el conocimiento, el Amor la entrega perfectos, absorbiéndose en el estado de Sat-Chid-Ananda o de Existencia Pura, de Conocimiento Absoluto y de Bienaventuranza Eterna.

Refúgiate a los pies del Señor, entona Su Nombre, canta Su gloria, medita en sus atributos divinos y conviértete en imagen de la Divinidad…. Tú eres Ello.

BHAKTI Y KIRTAN

Krishna (el maestro divino de Arjuna), recomienda el Bhakti-yoga con estas palabras:

“Ni por (conocimiento de ) los Vedas, ni por austeridades, ni por caridad, ni por sacrificios puedo ser visto en esta forma en que tú me has contemplado. Sin embargo, a través de la devoción indeclinable yo puedo ser visto así, oh Arjuna, y ser conocido en esencia e incluso ser penetrado, oh  atormentador del enemigo” (XI. 53-4).

El practicante de esta vía yóguica, conocido con el nombre de bhakta (devoto), entabla comunicación con la divinidad como alguien lo haría con un pariente, amigo o amante.

Surendra Nath Dasgupta, uno de los más eminentes sabios de la India moderna, describe así al devoto;

“Tan intensa es la pasión que siente por Dios que ésta consume todas sus pasiones terrenales…El bhakta lleno de tal clase de pasión no la experimenta tan sólo como una corriente subyacente de gozo que riega lo más profundo de su corazón, sino como un torrente que inunda su alma y penetra todos sus sentidos. A través de éstos la siente como si de un deleite sensual se tratara; su corazón y su alma se sumen en un éxtasis espiritual de gozo. Una persona así, con su amor hacia Dios, se trasciende a sí misma. Canta, ríe, baila y llora. Ya no es una persona que pertenezca a este mundo”.

Y de este otro modo se habla del bhakta en el Bhakti-Sútra, de Nárada:

“El devoto verdadero, no ve nada sino el amor, sólo oye sobre el amor, sólo habla de amor y piensa en amor solo”.

La palabra Kirtan significa “Cantar las glorias de Dios o cantar el nombre del Señor”. Esta es una técnica utilizada en el bhakti. El nombre de la divinidad personifica su esencia, por eso al repetirlo el devoto invoca su presencia; sin importar cual sea la forma de Dios con la que se identifique.

Según Swami Sivananda:

“Dios se muestra ante sus devotos de diferentes formas. Asume la forma que el devoto elige. Si es venerado como Hari con sus cuatro manos, o como Siva, o como la Madre Durga o Kali, o como Rama, Krishna, o como Cristo o Alá, se le aparecerá como tal. Todos los aspectos pertenecen a un mismo Dios. Bajo cualquier forma es a Isuara al que se adora. Es fruto de la ignorancia pensar que una forma es superior a otra. Todas las formas son una y la misma. Todas pertenecen al mismo Dios. La diferencia existe sólo en los nombres debido a los distintos devotos, pero no en el objeto de adoración”. 

Para el Kirtan se utilizan tradicionalmente deidades que forman parte de la mitología hindú y que representan aspectos y energías que conforman el universo. El devoto elige aquellos aspectos y deidades con los que más se identifica o cualidades que quiere desarrollar en si mismo, o estados que quiere alcanzar y canta a ellos con toda la devoción y Amor que es capaz de generar.

Básicamente, el significado de un kirtan es más que el significado de cada palabra. Para un bhakta, un adorador de Dios, un kirtanista, un kirtan es una alabanza de Dios. A menudo, incluso en la India, los cantantes desconocen cuál es el significado de las palabras. Simplemente sienten Bhakti, devoción, amor, cercanía a Dios.

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